Tonico terminaba de levantarse, eran las 10 de la mañana de un caluroso día del mes de julio, debía salir a la calle lo mas pronto posible, antes que su madre le prohibiera su salida; "Ya hace demasiada calor para estar por la calle". Así que decidió abandonar el hogar rápidamente, sacó del cajón de su mesita de noche un bloc de dibujo y un estuche de acuarelas.
Al salir a la calle quedó mirando el majestuoso castillo que podía ver a su izquierda, pero no le apasionaba la idea de plasmar en unas cuantas sombras de acuarela, el castillo de su querido pueblo desde una perspectiva tan cercana, así que continuó calle abajo sin una idea cierta de donde ir y que pintar. Se detuvo delante de un coche abandonado de color negro, podría ser de la década de los años 40, era la máxima atracción para los chicos de 7 a 11 años, pero continuó por una pequeña senda para adentrase en un pinar, al final del bosque de pinos se podía ver el tejado de una pequeña masía "La caseta Torró", estaba rodeada de pinos y en el centro de la explanada de entrada había un pozo ya tapado.
Tonico miró el pozo tapado al tiempo que observaba la fachada principal de la masía, sentado sobre la cubierta del pozo sacó sus acuarelas y su bloc de dibujo, en esos momentos pensaba que en muchas ocasiones había estado allí, pero nunca había visto salir, ni entrar a nadie en esa masía. La fachada era muy sencilla; la puerta principal, una ventana a cada lado y 3 ventanas en el segundo piso, muy sencillo de plasmar en acuarela sobre el papel.
Ensimismado en su obra de arte, Tonico perdió la noción del tiempo, que hora será?, se preguntaba, ya el sol llegaba al pozo, así que será ya mas de mediodía, en ese preciso instante pudo oír las campanadas de la iglesia, efectivamente repiquearon en 12 ocasiones. La obra estaba terminada y era hora de acudir a casa.
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